Exhausta, tendida, casi agónica, luego de su batalla sexual, tan solo respiraba, había jadeado sin parar, tenia mas de 120 pulsaciones y su cuerpo aun ardía, no soñó antes con ser orgásmica, menos con nadar en un mar de eyaculaciones mutuas, por momentos se sintió morir, cuasi desmayada de placer en otros porque no alcanzaba a asimilar todo el gozo que iba sintiendo, porque no lo había conocido antes, y ahora todo junto casi como una avalancha de placer, lo veía pasar, no podía retenerlo todo para ella, asi lo intentara, no estaba preparada.
Fue una mañana solaz, parecía un día inusitado, ya habíamos coincidido en gustarnos tanto, que los besos se nos iban prolongando mas y mas, y en cada ocasión previa a este encuentro inolvidable, nos habíamos devorado al acariciarnos.
Un solo momento de aquel día, de aquella mañana tan esperada, había sido más que todo lo que pudo haber vivido o gozado antes
Estabas gozando, sintiendo ese calor humano que solo se siente cuando de ama, cuando la entrega es mutua y las acciones son ilimitadas por consenso de los dos, eso era gozar si limites, sin parámetros, sin conocerlo antes, pero palpitando en cada caricia profunda, llena de amor, de ese amor que solo te enloquece una sola vez.
Nos habíamos mimetizado al respirar, al palpitar, y cuando cerrábamos los ojos, sabíamos lo que íbamos a hacer, y como entrelazarnos mas, asi fueron esas horas de entrega y amor, donde El mundo no existía, donde la felicidad era cada instante juntos, donde el futuro eran los próximos besos y la vida, toda la vida éramos solo los dos, ese era el amor, un amor sin limites.
PABLO JOSE CASTRO VILLAIZAN
CONSULTOR EN SEXUALIDAD
28 ENERO 2010
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